domingo, 27 de junio de 2010

Zarpazo de Tigres

A estas alturas de su carrera, con tantas tablas, tantos premios y como quizá unos de los máximos representantes de la cultura popular mexicana, los Tigres del Norte están listos para cualquier escenario del mundo. Pero quizá su público no.

El viernes, en una velada calificada como histórica, pues fueron los primeros artistas latinos en ser parte de la serie Global Pop at the Music Center, que desde hace tres años se efectúa en el icónico Walt Disney Concert Hall, el grupo de música norteña dio muestras de su grandeza y de por qué es tan venerado.
Los Tigres son poseedores de un carisma desbordante, son cálidos con su público y además son intérpretes de los corridos norteños más entrañables del catálogo de la música popular mexicana contemporánea.

Estos méritos entre otros, como haber sido tema de la importante exhibición itinerante Corridos sin fronteras, del Smithsonian Institution, los hizo merecedores de la invitación del Music Center para ser parte de la serie, cuyo objetivo es reflejar la diversidad racial de Los Ángeles.

Sin duda, qué mejor que los Tigres del Norte para acercar a la comunidad mexicana -y latina— al WDCH, que desde que se erigió ha buscado convocar a todo tipo de públicos a su majestuoso escenario.

Sin embargo, aunque fue un concierto cuya principal característica fue la fiesta, los aspectos en los que más enfatizan los organizadores no fueron respetados: apagar teléfonos celulares, no tomar fotos y no grabar video.

Durante todo el concierto, que duró alrededor de dos horas, brillaron los flashazos desde todos los puntos del teatro, y los edecanes se mantuvieron bastante ocupados pidiéndole una y otra vez a los asistentes que no grabaran videos con sus teléfonos.

Fuera de estos quebrantos a las normas de conducta más elementales de un teatro como el Disney Hall, los Tigres pueden anotarse un triunfo más en su carrera, que supera ya las tres décadas.

Dejando de lado esos incidentes, y a no ser porque el sonido de la sala no fue de lo más nítido, el evento dejó un grato sabor en quienes presenciaron el espectáculo.

La banda, liderada por el siempre ceremonioso Jorge Hernández, hizo resonar en todos los recovecos de la sala temas como "El mojado acaudalado", "Ni parientes somos", "La mesa del rincón" y "Pacas de a kilo".

Casi a la mitad del espectáculo interpretaron el que podría decirse es su himno, "Contrabando y traición", la historia de la despechada Camelia la tejana que mata al traicionero de Emilio Varela.

"Esta es la canción que nos abrió las puertas en muchos países de América", sentenció Jorge Hernández como preámbulo al legendario tema.

En efecto, ese corrido, que cantaron por primera vez hace más de 30 años, fue el primer peldaño que la banda originaria de Rosa Morada, Sinaloa, ahora residente en San José, California, tomaría rumbo a una carrera que parece nunca ha sufrido tropezones.

Puede decirse que el nicho en que se conservan, como quedó demostrado en el concierto, se debe a que los Tigres, integrado por los hermanos Jorge, Luis, Eduardo y Hernán y su primo Óscar Lara, tienen un catálogo musical bastante diverso, que va desde baladas y polkas, pasando por cumbias y los consabidos corridos.

Pero quizá su apego con las masas se debe en gran parte a que siempre han sido férreos defensores de los derechos de los indocumentados.

"América nació libre y el hombre la dividió", dijo Jorge luego de pronunciarse en contra de la ley SB1070, que criminaliza a los inmigrantes indocumentados en Arizona.

Luego, como parte del tema "Somos más americanos", con una sorna que provocó el delirio del público, Jorge recalcó la frase de "Somos más americanos que todititos los gringos", y dirigió la mirada a un pequeño grupo de anglosajones que estaba presente, quizá los mismos que proveen los fondos para la serie.

Las sorpresas, sin embargo, no habían terminado. Jorge presentó a un invitado "y amigo muy especial" a tocar con ellos "Canción mixteca", tema que los Tigres interpretaron para el disco San Patricio, del grupo irlandés Chieftains. Apareció en el escenario el célebre guitarrista Ry Cooder, quien fue productor de ese álbum, para acompañar a los artistas en esa canción y en la clásica "El rey".

Dos horas, no fueron suficientes para complacer a todo mundo, como suelen hacerlo los Tigres en sus conciertos, en los que acostumbran recoger papelitos con las peticiones de sus seguidores. A cambio, le dieron la mano a los asistentes que estaban más cerca, se tomaron fotos con ellos y repartieron besos al por mayor.

El evento quizá no fue lo extenso que muchos hubieran querido, pero algo quedó claro en la sala Disney: que la huella, o más bien el zarpazo que dejaron los Tigres, nadie lo podrá borrar.


2 comentarios:

Jesus dijo...

SON UNOS TRIUMFADORES, ARRIBA LA MUSICA NORTEÑA Y VIVA MEXICOOOOOOOOOOOOO

Emmanuel CG dijo...

Los mejores...!