Prohibamos el reguetón, ajá

Alfonso Valencia |Milenio

Buscar y promover la prohibición y censura de cualquier manifestación artística-estética, revela, principalmente, dos lados (que a veces son el mismo) de los responsables de crear leyes en nuestro país: un profundo (y callado) conservadurismo, y un absoluto desconocimiento tanto de lo que se desea prohibir, como del alcance de una mecánica legislativa escrita al vapor y al calor de lo que se cree está en juego.

Corridos Prohibidos - Los Tigres del Norte 1989

El arte y las drogas han sido los grandes chivos expiatorios de gobiernos incapaces y superados por las circunstancias y por sus propios gobernados. La propuesta de Morena resulta irrisoria, pues. Apelando a estudios sociales, se intenta desviar el debate de lo social/real a lo artístico (en cuanto creación), en una estrategia que se ha intentado incontables veces en el pasado, siempre con resultados infructuosos. Por ejemplo: Corridos prohibidos, producción de los Tigres del Norte, de 1989, contenía temas contenidos en la lista de cerca de 190 narcocorridos que Francisco Labastida, gobernador de Sinaloa de 1987 a 1992, acordó con las radiodifusoras de su estado no transmitir.

La decisión fue tomada luego de que mandara “hacer estudios asociados sobre los problemas de la entidad, entre ellos la violencia. Llegaron a la conclusión de que los narcocorridos ejercían una influencia muy fuerte en el culto a los narcotraficantes y que entonces si se prohibían aquellos en los que abiertamente hacían apología al criminal, seguramente esto iba a disminuir el culto a esas personas”, recuerda Tomás Guevara Martínez, excoordinador del Laboratorio de Estudios Psicosociales de la Violencia de la Autónoma de Sinaloa, entrevistado por Francisco Cuamea para Ríodoce, el 22 de mayo de 2011. Al año siguiente, 1990, los Tigres del Norte recibieron un disco de platino en Los Ángeles por récord de venta. El especialista explica que se trata del “efecto de la denegación.

@eljalf